miércoles, 17 de octubre de 2007

La Bebeteca


Así es una “bebeteca”

Por Ivannia Varela

Bibliotecas especialmente acondicionadas para niños en edad preescolar empiezan a funcionar en instituciones educativas del país. Proa visitó uno de estos entretenidos lugares, en el Centro Educativo Angloamericano de Tres Rios.


“¿Qué debemos hacer antes de usar un libro?”, preguntó la maestra. “Lavarnos las manos”, dijeron los niños. “¡Claro, porque tenemos que cuidar a estos buenos amigos!”, replicó la docente, al explicar a sus alumnos las reglas básicas de una “bebeteca”, es decir, una biblioteca hecha para los más pequeños.

Entusiasmados, los estudiantes se limpiaron las manos y corrieron a los estantes a elegir su libro predilecto. Sobre la alfombra, una niña comenzó a pasar las hojas de un cuento que hablaba sobre la tortuga Franklin y su miedo a la oscuridad.

Esto ocurrió el miércoles pasado en el centro educativo Anglo Americano, en Concepción de Tres Ríos, donde un grupo de bibliotecólogas logró hace dos años abrir una nutrida “bebeteca”.

Según Priscilla Hidalgo, encargada del proyecto, los resultados las han sorprendido, ya que los niños –con edades entre 2 y 6 años–, disfrutan mucho de sus visitas a esa cálida área.

“Hasta en el recreo hacen fila para entrar y jugar con los libros. Y los días en que hay cuentacuentos, es más la emoción”, explicó Sandra Solano, bibliotecóloga de preescolar.

Este año, la “bebeteca” estrenó un aula más amplia y adquirió más libros en inglés y español para menores de maternal, prekínder, kínder y preparatoria. La mayoría de los 5.000 ejemplares que poseen son de pasta dura para facilitar su manipulación.

Hidalgo explicó que, a lo largo del período escolar, realizan una serie de actividades de motivación, como funciones de títeres, fiestas piyama, el día del personaje favorito (los niños se disfrazan y desfilan en alfombra roja), la hora del cuento y charlas a los padres sobre cómo utilizar el material de la “bebeteca” para entretener a sus hijos y hasta ayudarles a resolver problemas de ansiedad, autoestima o comportamiento. De este lugar, los niños –no importa cuán pequeños sean– pueden llevarse los libros a su casa y devolverlos varios días después, tal y como sucedería en una biblioteca para adultos.

“El año pasado, prestamos más de 11.000 libros y, a junio de este año, ya llevábamos 7.300, pues el interés de los chiquitos por la literatura va en aumento”, aseguró Hidalgo, convencida de que el proyecto puede servir de inspiración para otros centros educativos o instituciones deseosas de incentivar la lectura desde edades tempranas.

Fuente: Diario La Nación

http://www.nacion.com/proa/2007/octubre/07/proa1259637.html

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