viernes, 23 de noviembre de 2007

El libro, una tecnología que despierta pasiones desde su inicio

Cuando hablamos de nuevas tecnologías surge un entretejido de emociones diversas, por un lado la nostalgia por lo que se va perdiendo y por el otro y el encantamiento, inevitable, por todo lo nuevo que estamos viviendo.

Solemos llamar libro a la información contenida en hojas de papel encuadernadas. A todos aquellos que han pasado su vida empleando esta tecnología hoy les cuenta hablar, comprender, aceptar y emplear libros en formato digital. Sin embargo, en los últimos tiempos, el libro, ha migrado de formato y convive con su versión anterior en esta especie de transición de si el hombre acepta o no este nuevo formato.

La tecnología hoy ofrece una gama muy amplia de posibilidades de edición y lectura de libros prescindiendo del papel. Esto ha recrudecido la polémica y ha polarizado las posiciones de una manera, siento, totalmente innecesaria. Porque si bien el contenedor es importante, su fin último es acercar al lector el contenido, es decir, texto e imágenes. Por tanto, si un soporte cumple su objetivo, justifica con ello su existencia.

Cuando el hombre aprendió a comunicarse mediante la escritura empleo diversos soportes para sus inscripciones, como la piedara, las tablillas de arcilla, el papiro, el pergamino, etc., hasta llegar al papel y al libro en el formato que conocemos.

El libro ha vivido constantes transformaciones gracias a los avances tecnológicos. Cada transformación ayudó a que el libro adquiriese mayor difusión y popularidad, y lo que se dejó atrás se volvió objeto de culto. Siempre los inicios fueron imperfectos. Así, la incorporación del color en la impresión tuvo que evolucionar hasta llegar a los niveles actuales de sofisticación, y la resolución de las impresoras fue aumentando gradualmente.

Desde hace algún tiempo, cada avance tecnológico en el mundo editorial hace alzar la voz a los agoreros que anuncian una vez más, como si del fin del mundo se tratase, la muerte del libro. Esta recurrente discusión es en realidad un falso debate, ya que ni los editores, presionados por las exigencias del mercado a mantener surtidos de novedades los anaqueles de las librerías, ni el propio libro, un producto cultural creado hace más de quinientos años que se mantiene como uno de los principales fabricantes de sentido, se encuentran amenazados.


Hablar de la muerte del libro es un falso debate porque su existencia se ve más amenazada por la sobreproducción de títulos que por los adelantos tecnológicos. La ausencia de control significa una amenaza para el espíritu humano, y más en una época de gran confusión como la actual; por eso es necesario por eso es necesario rescatar la figura del profesional encargado de evitar que nos perdamos en un océano de palabras, o sea el bibliotecario, y su ámbito específico de desarrollo, las bibliotecas.

Consideramos que el formato impreso subsistirá como en su momento subsistió la radio al aparecer la TV; como la TV susbsistió al aparecer el cine, y este a su vez subsistió al aparecer el video y ahora el DVD. Siempre habrá una persona que aprecie este formato, quizá, según nestra teoría, más para lectura recreativa que para emplear en libros de divulgación académica.


No hay comentarios: