miércoles, 28 de noviembre de 2007

Los libros, ¿para qué?



La formación de lectores es una tarea que comienza con las políticas educativas del Estado en el aula y a otros agentes sociales, como los bibliotecarios que contribuyen a su formación, a través de programas de lectura.

Sin embargo, el papel de la familia es fundamental en el desarrollo lector del niño.

Como núcleo primario de la enseñanza de la lectoescritura, la escuela es la principal formadora de lectores. Los niños que viven en las ciudades son los que llegan a la escuela con un bagage enorme, fruto de los estímulos que recibe a través de anuncios, las etiquetas de los productos, las instrucciones que vienen en las cajas de los juguetes, etc. La escuela, en este caso, utiliza todos esos conocimientos adquiridos naturalmente y los incentiva.

En cambio, los niños que viven alejados de las ciudades, en el ámbito rural, carecen de este entrenamiento por o quela tarea en el aula resulta más ardua. En estos casos, la escuela, debe propiciar un acercamiento a la lectura de manera positiva, presentándola como una actividad creativa y no como una carga escolar.

A veces, esta tarea fracasa, porque la forma de acercar a los niños a la lectura resulta poco motivadora.

¿Cuál es la actitud del bibliotecario? El bibliotecario escolar debe acompañar este proceso de aprendizaje y de apropiación de las palabras, seleccionando textos agradables, atrapantes e imaginativos, de manera que los niños disfruten de la actividad y regresen permanentemente para reclamar nuevos textos y aventuras.



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