Tres escalones reciben a quien intenta ingresar en la Biblioteca del Barco Centenera, en Venezuela al 1500, Montserrat. Están rotos, reconstruidos con cemento. "Hace unos años, vinieron a instalar una rampa, pero como había una viga, taparon el agujero y no volvieron más", explicó un empleado de la biblioteca.
Como pueden, los empleados ayudan a las personas con discapacidad que se aventuran a la biblioteca y levantan entre dos a los que van en sillas de ruedas. Adentro, el lugar es amplio y en el fondo hay un baño adaptado. Eso sí: que a nadie se le ocurra subir al primer piso, donde funciona la Biblioteca de la Mujer. Una interminable escalera se interpone entre la silla y los deseos del lector.
Luis Paz es coordinador deportivo de Cilsa, una organización que trabaja por la integración de las personas con discapacidad, y director de básquet adaptado de la Federación Argentina de Deportes sobre Silla de Ruedas. A los 17 años tuvo un accidente y no pudo volver a caminar. "Yo no me siento discriminado y veo pequeñas mejoras, pero tengo que elegir la accesibilidad antes que cualquier cosa", dice. Está acostumbrado a no poder elegir. "Hace unos meses, mi hijo de 13 años quería ver una película, pero no estaba adaptada la sala donde la daban... Tuvimos que ver otra", cuenta.
"La mayoría de las bibliotecas populares funcionan en edificios que en sus orígenes estaban destinados a viviendas unifamiliares y en los que, luego de varios reciclajes inadecuados, sólo se mejoró su aspecto interior y exterior, pero la circulación interna no se encuentra adaptada a la normativa vigente", dice uno de los informes de la Defensoría.
"En los casos en que hay acceso con rampa, no hay baño, así que pueden entrar, pero no quedarse mucho tiempo... Sólo está adaptada una de las 26 bibliotecas. El 97% son inaccesibles", precisó Menéndez Villaverde.
"Somos conscientes de que las bibliotecas no tienen acceso fácil para las personas con discapacidad", reconoció a LA NACION el director general del Libro y Promoción de la Lectura, Daniel Ríos.
"El problema básico es que se instalaron en espacios físicos que fue encontrando el gobierno, que recibió por herencias o legados, pero que no fueron construidos especialmente. Somos conscientes del problema, pero las administraciones sucesivas no lo incluyeron [el tema edilicio] en las partidas presupuestarias", dijo.
Su dirección no maneja el presupuesto de obras, pero ya presentó el pedido a la próxima gestión: "Como tercera prioridad, pedimos que se construyan rampas, barandas y sanitarios para personas con discapacidad, así como salidas de emergencia. Pedimos un aumento de casi el 50% del presupuesto", concluyó Ríos.
Fuente: Diario La Nación
http://www.lanacion .com.ar/informac iongeneral/ nota.asp? nota_id=961716
Como pueden, los empleados ayudan a las personas con discapacidad que se aventuran a la biblioteca y levantan entre dos a los que van en sillas de ruedas. Adentro, el lugar es amplio y en el fondo hay un baño adaptado. Eso sí: que a nadie se le ocurra subir al primer piso, donde funciona la Biblioteca de la Mujer. Una interminable escalera se interpone entre la silla y los deseos del lector.
Luis Paz es coordinador deportivo de Cilsa, una organización que trabaja por la integración de las personas con discapacidad, y director de básquet adaptado de la Federación Argentina de Deportes sobre Silla de Ruedas. A los 17 años tuvo un accidente y no pudo volver a caminar. "Yo no me siento discriminado y veo pequeñas mejoras, pero tengo que elegir la accesibilidad antes que cualquier cosa", dice. Está acostumbrado a no poder elegir. "Hace unos meses, mi hijo de 13 años quería ver una película, pero no estaba adaptada la sala donde la daban... Tuvimos que ver otra", cuenta.
"La mayoría de las bibliotecas populares funcionan en edificios que en sus orígenes estaban destinados a viviendas unifamiliares y en los que, luego de varios reciclajes inadecuados, sólo se mejoró su aspecto interior y exterior, pero la circulación interna no se encuentra adaptada a la normativa vigente", dice uno de los informes de la Defensoría.
"En los casos en que hay acceso con rampa, no hay baño, así que pueden entrar, pero no quedarse mucho tiempo... Sólo está adaptada una de las 26 bibliotecas. El 97% son inaccesibles", precisó Menéndez Villaverde.
"Somos conscientes de que las bibliotecas no tienen acceso fácil para las personas con discapacidad", reconoció a LA NACION el director general del Libro y Promoción de la Lectura, Daniel Ríos.
"El problema básico es que se instalaron en espacios físicos que fue encontrando el gobierno, que recibió por herencias o legados, pero que no fueron construidos especialmente. Somos conscientes del problema, pero las administraciones sucesivas no lo incluyeron [el tema edilicio] en las partidas presupuestarias", dijo.
Su dirección no maneja el presupuesto de obras, pero ya presentó el pedido a la próxima gestión: "Como tercera prioridad, pedimos que se construyan rampas, barandas y sanitarios para personas con discapacidad, así como salidas de emergencia. Pedimos un aumento de casi el 50% del presupuesto", concluyó Ríos.
Fuente: Diario La Nación
http://www.lanacion .com.ar/informac iongeneral/ nota.asp? nota_id=961716
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